¿Sabes quién es mi esperanza, mi consuelo, mi Salvador y Señor, en la vida y en la muerte? Ese es Dios, el Dios Trino de las Escrituras.
No me pertenezco a mí misma, le pertenezco a Él y eso significa que mi vida no se trata de lo que yo quiero, sino de lo que Dios quiere. Eso también significa que yo no escribo mi propia historia, ¡gloria a Dios por ello! Dios la escribe, y él sabe lo que es mejor para mí. Así que, aunque ahora piense que algunas de las cosas de mi vida serían mejor de otra manera, Dios sabe mejor que yo. Lo sé porque la Biblia lo dice, y también porque lo he podido comprobar en la experiencia. ¡Gracias Dios, por no haber hecho todo lo que yo quería!
Puedo tener la confianza de que Dios todo usa para mi bien, y sí, todo significa TODO. Ni siquiera un cabello de mi cabeza puede caer sin que Dios lo permita.
Dios me salvó, hizo una satisfacción completa por TODOS mis pecados, y me libró de TODO el poder del diablo, de modo que ahora vivo para Jesucristo, y puedo estar segura de que tengo vida eterna.