Tengo 34 y soy feliz a veces,
creo en los cobardes
y en la memoria de los peces.

Vivo ligero de equipaje 
perdí los trenes, las maletas y los modales,
me quede con las espinas y deje los rosales.

No creo en las hadas
si en los ceniceros
paso mis días evitando convertirme en florero.

Frágil de sonrisa, duro de embalaje,
mis manos son tierra seca,
hambrienta de tormentas y de mares.

Tengo una cuarta parte de poeta
por tres de pirata errante. 
Si me ves pasar jamas pararías a saludarme.

En mis madrugadas no hay rocío 
solo tinta en las costuras,
una piel desnuda que no sirve de abrigo 
y una herida que me enseña el camino.

Soy como soy y no voy a cambiar,
pero para vivir solo tengo que soñar.