—Uhm —apretó los labios, tratando de buscar las palabras correctas antes de pronunciarlas en voz alta—. Creo que un rasgo muy distintivo de los humanos, es que solemos temer a todo aquello que desconocemos. Si me lo preguntas, es exactamente lo mismo contigo. La mente de las personas es muy compleja, muchas veces yo tampoco lo entiendo del todo; he pasado toda mi vida siendo testigo de cómo temen a la raza de los demonios por razones similares: un poder explosivo que muchas veces ataca en los sitios más concurridos, difícil de controlar y más aún de eliminar. Y eso que para cuando yo nací, los demonios ya se habían retirado a su territorio y la guerra había terminado. Creo que las personas temen a eso: a lo que no pueden dominar, entonces lo repudian y buscan alejarlo lo más que puedan. Quizá sea un método de defensa bastante.. extremo, el tratar a cierto grupo como si fuesen lo peor que hubiese podido nacer, pero como tú mismo dijiste, no podemos hacer nada contra ideales que vienen desde hace muchísimo más atrás que nosotros. Seguramente siempre existirá algo en nosotros que otros miren mal pero, ¿Por qué tenemos que limitarnos por eso? He podido ver poco de ti, pero también he notado que eres alguien bueno, Daren. Dañar a otros es a veces inevitable, pero creo que, por ahora, basta con que sepas quién eres y por qué haces las cosas —su tono se escuchó acompasado, manteniendo la vista fija en el horizonte sin poder apreciarlo realmente. Recuerdos de su infancia y adolescencia se arremolinaban en su memoria, de las personas mirándolo con terror luego de desatar su poder demoníaco y él mismo suprimiendose por miedo de lo que podía hacer en ese estado. Las voces y recuerdos de sus padres también estaban presentes mientras hablaba. Posiblemente eran mucho más parecidos de lo que aparentaban, ambos criticados por razones que iban más allá de su entendimiento—. No había escuchado eso hace tiempo, gracias —respondió luego de una pequeña risa avergonzada.