Clavame el cuchillo justo en mis gritos, déjame en silencio y borrame el aliento.
Y ahora vuelve suplicando después de horas de llantos, que sin mi no eres nada, y que me dedicas unos cantos.
Date la vuelta,
vete corriendo,
siendo un cobarde pero al rato volviendo.
Tragate mis versos, que sin ti ya están muertos,
ignora mis besos,
y que reinen tus celos.