En la vasta biblioteca del saber humano,  
donde el polvo se asienta como un manto sagrado,  
los libros reposan con su brillo lejano,  
guardando en sus hojas un mundo encantado.

Cada tomo es un viaje, un mapa sin fin,  
un billete a lo desconocido y lo real,  
las palabras son alas que me llevan a mí  
a explorar lo inexplorado, lo mágico y lo banal.

Las novelas me envuelven en tramas intrincadas,  
donde el amor florece entre sombras y luces,  
los relatos me atrapan en noches estrelladas,  
y en cada giro inesperado mi corazón se induce.

Las biografías cuentan vidas extraordinarias,  
de aquellos que lucharon por un sueño y un ideal,  
sus triunfos y fracasos son historias diarias  
que inspiran a seguir cuando el camino es desigual.

La poesía es un canto a la esencia del ser,  
con versos que fluyen como ríos de plata,  
cada estrofa es un eco del alma al nacer,  
un susurro profundo que el corazón desata.

Los libros son faros en mares de dudas,  
son refugios cálidos en inviernos helados,  
en ellos encuentro respuestas y también preguntas,  
y en sus páginas amarillas me siento abrazado.

Así continúo mi viaje sin prisa ni miedo,  
con cada libro abierto como un nuevo amanecer,  
pues en cada palabra hay un mundo entero,  
y en cada historia contada renace mi ser.

Los libros son tesoros que nunca se apagan,  
son luces en la oscuridad que siempre brillarán,  
en su abrazo encuentro la paz que me embriaga,  
y en su compañía eterna jamás me sentiré solo.