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quién debe descansar bien, eres tú. pasa un buen y tranquilo día, corazón.

lele, para ti son las cuatro...

bonita noche, sol, vengo de un jueves cargado, saliendo de la universidad me centré en terminar un trabajo (que sin querer atrasé) para hoy mismo, y mi resfrío avanzó quince niveles más. te extrañé, lele, ¿cómo te fue en las clases? ¿pronto irás a cenar? 

gracias por seguir ahí, por dejarme encontrarte y mantenerme cerca del sol que complementa mi luna. feliz san valentín, mi lele.

te adoro, alexandre, no sé en qué momento conocerte me hizo sentir en un lugar donde respiro paz y luego situarme en la cima de una montaña rusa, a la expectativa de una caída, que posiblemente atraería mi pánico, pero que no importaría porque sé que estás presente.

: algunas veces no comprendo cómo hago para estar aquí, cómo lograr expresarme cuando te tengo frente a mí, a veces incluso creería que es extraño, pero no se me ocurren otras formas de hacerte comprender cuanto te amo y lo feliz que me hace tu existencia. creo que es eso lo que me moviliza por dentro, ese "no sé qué" que me hace resistir y negarme a perderte cuando sé que el tiempo vela en contra nuestra, «el cariño y el apego por creer que podré curar mi alma rota en el momento que me encuentre en tus brazos de nuevo» que hace que no desee soltarte la mano aún cuando soy una completa egoísta por quizás no dejarte ir, y cada día esperar tu regreso, porque me aferro y no quiero renunciar al hecho de seguir adorando a, probablemente, la mejor persona que conoceré en mi vida. ¿vas a perdonarme? ¿vas a dejarme unir cada cristal que conforma tu alma si se destroza? ¿podrás sostener mi mano si las cosas se ponen feas?