Querido Diario:
Hoy, después de sus incesantes burlas exploté.
La maestra se acercó para reprender mi actitud, pero está vez no lo soportaría.
Tome una de las tazas que tenía en su escritorio y la reventé contra el escritorio de Laura. Ver su sorpresa cuando uno de los fragmentos de la taza cayó en su ojo fue tan satisfactorio...Pero no lo suficiente.
La maestra quizo que parará, pero ya no lo haría.
Sujete su brazo con más fuerza de la que ella intentaba sujetarme a mi y con la taza rota en la mano presione su palma contra el filo de la misma.
Ver el miedo en sus ojos cuando ponía más fuerza me hacía sonreír.
Enterré por momentos la taza en su mano hasta que sentía la sangre correr manchando la pieza de cerámica y nuestras ropas.
Ella trataba de no gritar, el terror de su expresión lo decía todo.
Una de mis compañeras salió corriendo, no debía dejarla ir. Ella también era culpable y no me había divertido lo suficiente, me distraje y la maestra fue tras ella.
Todas las miradas estaban posadas en mi y eso era lo mejor.
No podía parar de reír a carcajadas, en la ventana ví mi figura mientras me acercaba a la maestra quien lloraba sosteniendo su mano herida.
Iba a terminar con ella...
Y luego desperté...