Ay, Ferrari y Alpine, cuánto os adoro,
siempre brillando… aunque sea en el fondo.
Vuestras estrategias, dignas de arte,
planes maestros… pero al revés y aparte.
Ferrari, mi rojo, mi amado tifón,
con pit stops mágicos que duran un montón.
¿Neumáticos listos? ¡Qué gran ilusión!
"Box, box, box"… pero sin razón.
Y Alpine, azulito, qué gran desempeño,
con ritmo de tráiler y sueños pequeños.
Un coche veloz… en tiempos pasados,
hoy solo destaca por memes sagrados.
Mas no os cambiaría, ¡sería un horror!,
sin vuestro desastre, falta emoción.
Así que seguid con vuestro esplendor,
que en F1 siempre hace falta un dolor.