Desdeaqui

A veces tienes la suerte de toparte en la calle, en algún lugar donde esperas, con alguna persona con quien entablas una casual plática, se siente agradable comenzar a encajar con naturalidad y piensas “bien estoy avanzando con mis habilidades sociales”
          	Y te animas a hablarle de algo de tu cotidianidad, así que intentas platicar para que sienta el mismo interés y porque no, entablar una amistad duradera, pero entonces te das cuenta de algo que habías ignorado por tu timidez, la otra persona parece enfrascada en un monólogo, donde tú afirmas su autoestima asentando con la cabeza o poniéndole atención, y a pesar de tus intentos por hablar, ¡No te deja!
          	
          	Domina la conversación como si fuera la única persona que puede hablar en esta casual charla entre extraños.
          	Y te aburres. Quieres cortar la charla y regresar a tu estado asocial pero esta persona tiene mucho que decir y terminas ahí viendo a todos lados incomoda pensando en cómo escapar, invocando un milagro, una llamada o que pase algún conocido de la otra persona, pero cuánto más deseas una salvación, menos probabilidad es que pase.
          	Y ahí estás, sonriendo incómodamente esperando que la conversación termine, ya que no eres capaz de terminarla tu. 
          	
          	Hasta que termina… y entonces te das cuenta el porqué a tu edad sigues siendo tan poco sociable.

Desdeaqui

A veces tienes la suerte de toparte en la calle, en algún lugar donde esperas, con alguna persona con quien entablas una casual plática, se siente agradable comenzar a encajar con naturalidad y piensas “bien estoy avanzando con mis habilidades sociales”
          Y te animas a hablarle de algo de tu cotidianidad, así que intentas platicar para que sienta el mismo interés y porque no, entablar una amistad duradera, pero entonces te das cuenta de algo que habías ignorado por tu timidez, la otra persona parece enfrascada en un monólogo, donde tú afirmas su autoestima asentando con la cabeza o poniéndole atención, y a pesar de tus intentos por hablar, ¡No te deja!
          
          Domina la conversación como si fuera la única persona que puede hablar en esta casual charla entre extraños.
          Y te aburres. Quieres cortar la charla y regresar a tu estado asocial pero esta persona tiene mucho que decir y terminas ahí viendo a todos lados incomoda pensando en cómo escapar, invocando un milagro, una llamada o que pase algún conocido de la otra persona, pero cuánto más deseas una salvación, menos probabilidad es que pase.
          Y ahí estás, sonriendo incómodamente esperando que la conversación termine, ya que no eres capaz de terminarla tu. 
          
          Hasta que termina… y entonces te das cuenta el porqué a tu edad sigues siendo tan poco sociable.