Svidrigailoff sacó el revólver y lo montó. El soldado arqueó las cejas. —¡Oiga usted! Este no es sitio de andarse con bromas. —¿Por qué no? —Porque éste no es sitio. —No importa, amigo mío; el lugar es a propósito. Si te preguntan, di que me he ido a América. Apoyó el cañón del revólver sobre la sien derecha. —¡Aquí no se puede hacer eso! —replicó el soldado abriendo desmesuradamente los ojos. Svidrigailoff oprimió el gatillo.
Diosssssssssssss
Tienen que leer crimen y castigo ya lo termine ahora y es un libro cuanto menos encantador en el sentido de atrayente a todo lector que le de una oportunidad