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???, un joven aprendiz de investigador, había sido enviado a revisar el lugar tras detectarse señales extrañas. No era una misión oficial; era más bien una advertencia disfrazada de orden. Al entrar, su pulsera tecnológica vibró y una voz artificial se activó:
—Acceso concedido. Sujeto compatible detectado.
Las pantallas se encendieron mostrando imágenes borrosas: pruebas fallidas, códigos incompletos y una figura humana rodeada por una luz roja intensa. El proyecto no buscaba crear armas, como se pensó en el pasado. Su verdadero objetivo era alterar la percepción del tiempo y la memoria, usando energía desconocida.
???? avanzó hasta el núcleo del laboratorio. En el centro flotaba un cristal rojo, pulsando lentamente, como un corazón. Al acercarse, recuerdos que no eran suyos comenzaron a aparecer en su mente: científicos huyendo, alarmas, decisiones equivocadas.
Entonces lo entendió.
El proyecto rojo no había fallado. Había esperado.
Esperado a alguien capaz de comprenderlo.
El sistema registró el último mensaje en el archivo:
Exp.Dogky15 activo. El sujeto no es el experimento… es el continuador.
Las luces se apagaron.
El laboratorio volvió al silencio.
Pero el proyecto había despertado otra vez.