⎯⎯⎯⎯.❍ ʟɪʟɪᴀɴ
Los rayos de luz fueron como un golpe de electricidad que sacudió su columna. Aullando de dolor, la adolescente cayó de rodillas, sintiendo que todo a su alrededor daba vueltas salvajes.
Cuando la luz se desvaneció, Lilian estaba tendida de espaldas, respirando con dificultad, con una sensación de náuseosa. Los cristales destrozados crujian bajo sus piernas temblorosas.
—M-Maldita sea… —murmuró con los dientes apretados, frotándose la nuca.
Cuando recuperó suficiente energía como para incorporarse, abrió los ojos y se llevó una mano a la boca. Frente a ella, sentado con las piernas cruzadas sobre el pedestal, había aparecido un joven palido y de cabellos platinos, quien la observaba con una frialdad propia de un muerto.
La joven retrocedió rápidamente, casi cayéndose de culo. Sus ojos zafiros se agrandaron como platos mientras registraba su apariencia a toda velocidad.
Su piel era pálida y fantasmal. Los bordes de su traje oscuro estaban enmarañados y desgarrados, y su rostro era una obra de arte de líneas y ángulos agudos. Y sus ojos de un suave color lavanda.
El joven se incorporó con elegancia felina, bajando del pedestal con los pies descalzos y comenzando a dar pasos despreocupados hacia Lilian, con movimientos que eran como humo en el aire. En un instante estaba a un metro y al siguiente ya estaba delante de ella. Fue tanto el susto que ella retrocedio en un fracasado intento de escapar, chocandose contra una de las columnas que apenas y se mantenía en pie.
Cuando la chica abrió la boca para gritar, él la sujetó del barbilla y la obligo a mantener la boca abierta.