Respiró tan profundo en el último segundo, que toda una vida se pausó para darle el adiós definitivo. No hubo llanto en aquel momento, la tristeza desapareció como lo haría el humo en el viento, el silencio rondó, pero junto con él, la esperanza de una vida menos banal y sin sentido. Danzaron las hojas al compás de un susurro de oxígeno, melodías taciturnas recitaron las aves, todo en un parpadeo, toda una vida expuesta en un segundo o menos. By; Erik Méndez. Bogotá, Colombia.