Apretó sus labios y suspiró, escuchando como su omega le decía al alfa del otro que volviera y lo besara como antes, pero Paulo sabía que estaba mal. Ambos tenían mujeres y estaba Otamendi en directo, si los llegaba a ver se armaría un escándalo y perderían su carerra.
Paulo apretó su mandíbula tenso, ya el alfa se había ido era ya tarde para pararlo, resopló y caminó hacia donde estaban todos asegurándose que nadie los viera, ya no le apetecía tomar ni unirse a la joda. Solo se quedó en un rincón mirando a un punto fijo en el suelo, sin entender el cambio de ánimo repentino que tuvo.