¿Sabías que…? En mis libros escondo anécdotas personales como pequeños guiños para mis amigos y amigas cercanos que los leen.
A veces son chistes internos… y otras, escenas completas como esta que dejé tal cual:
Estábamos solos, Serwyn y yo, aún entre respiraciones profundas, las sábanas medio desordenadas, el cuerpo tibio de ella rozando el mío. Hasta que sonó.
Golpes suaves, lentos, apenas perceptibles.
Pensé que lo había imaginado.
Tok, tok.
—No pasen —grité, desde la cama, sin aliento, medio riéndome.
Tok, tok.
—¡NO PASEN! —repetí, más fuerte, con voz aún ronca de todo lo que habíamos… compartido.
Una tercera vez sonaron los golpes. Esta vez con más decisión. Serwyn se cubrió con las sábanas hasta la nariz, sus ojos brillando de vergüenza contenida.
—Haz algo. —murmuró entre dientes.
Me puse los pantalones a toda prisa, aún medio aturdido, crucé la habitación con los pies descalzos y abrí la puerta.
Y ahí estaba.
Raelith.
— Legado de Luz y Sombra (Cap. 20)