¿Y si aquel que fue llamado demonio… fue el único que creyó en nosotros?
En este tercer versículo, El Acusador finalmente rompe el silencio. No habla con rencor, sino con una verdad que arde. ¿Por qué a los humanos se les permite caer… y volver? ¿Por qué él, que pidió más de nosotros, fue silenciado? Este no es un discurso de odio, sino de revelación. Un juicio a las certezas, un desafío al dogma, una confesión que podría cambiarlo todo.
⚠️ Este capítulo no está hecho para confortarte, sino para incomodarte con la verdad que evades.