Sus ojos eran una combinación extraña entre idiotes y sus ganas de amarme, aquel idiota de estatura promedio me había conquistado de la manera más inestable posible. Pero aún con sus errores a flor de piel, me atrevería a decir que sería capaz de recorrer el mundo si él me lo pidiera. Porque él lo era todo, desde el mismo minuto en que gritó frente a todo mundo que se ganaría mi corazón, y no se equivocó.