El maestro entró entonces con una sonrisa de oreja a oreja: "De todas las grandes armas, La Paz es la que más me gusta. Todos se ponen de su lado tarde o temprano".
El Mejor Guerrero del Mundo
Ya controlas el arma más poderosa, La Palabra; pues lo que no pudieron conseguir ni tu fuerza ni tu espada, lo consiguió tu lengua.
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