Ella era fría como una mañana de invierno, pero sus palabras ardían como una tarde calurosa de verano.
Tenía un mar de emociones fluyendo en su cabeza en los que se ahogaba de cuando en cuando, pero era tan inestable y caía como lo hacen las hojas secas de los árboles en otoño.
Ella tendía a errar constantemente en la toma de decisiones y en sus acciones.
Ella era sincera como lo son pocas personas, pero no era tan clara como lo es la lluvia.
Ella era indecisa, imprescindible como la erupción de un volcán.
Ella era impulsiva y sus emociones se desbordaban con facilidad.
Ella era privada y discreta, como lo es guardar un secreto.
Ella no era lista, ni tampoco hermosa.
Ella era simple, pero no solía ser ordinaria.
Ella era maravillosa como lo es la primavera, sus defectos florecían como lo hacen las rosas en dicha estación, pero a ella no le importaba.
Ella era como quería ser, dependiendo de la ocasión.
Ella lo era todo y a la vez podría ser nada.
Ella solía ser simplemente ella, y entre otras cosas, ella solía ser mía

-E.