Mis ojos sonreían y mis manos hablaban. Tú, siempre tan radiante, te encontré entre flores; marchitas.
Roge por esa flor que no sería mía, aun la cuidaba, pues el respeto a la naturaleza de tu cuerpo debería considerarse obligación, por eso esta vez te escribo desde horas distantes a nosotros, simplemente porque esta palabra jamás nos englobaría; cariño, voy a extrañarte y por esta vez dejare pasar el tiempo.
Volveremos a encontramos, porque dos personas no cruzan caminos por nada
+Creo que he vuelto