Imagínate que eres un niño pequeño y tienes una pesadilla. La peor de todas. Tienes el corazón en la garganta, los ojos empañados, cada sombra es un monstruo y tú apenas eres una criatura diminuta. Imagínalo. Imagina que de pronto llegan brazos cálidos que te envuelven, una voz de la persona que más aprecias, en quien más confías. Sólo necesitas oír su voz para llegar a la calma. Sólo su voz. No importa qué es lo que narre. No importa si es una historia, una anécdota, un mito, una canción. Es su voz. Su voz es lo único que importa, lo único que te da calma, lo único que te arranca la pesadilla de los párpados. Es sólo con su voz que el niño deja de ser un niño asustado y sigue siendo lo que es día a día".