Y ahora sin tu permiso escribo de tus pareceres del lenguaje,
El tiempo entre el decir y la inquietud antes de hacerlo acecha la posible perfección de palabras por cierto inexistente, porque es que te entendí, comprendí antes que tus palabras tus ojos, antes que tus ojos el deseo de distorsionar, jugar y hacer del sarcasmo un poema depresivo. No fue tan certero como sueles serlo porque dijiste soledad, y no es la misma forma que yo porque a ti te suena lindo y docto.
El origen del lenguaje ya venía dentro de la misma naturaleza, el no poder explicitar un sentimiento totalmente hacía notar las límitaciones y con un qué más da si ya no queda nada y un qué irónico estar así llegar a la casa y no estarás ¿de verdad te hace bien? No se no me importa respondí, debí haberlo hecho más rato y más fuerte sin mirarte porque me desarmé y desarmo cuando veo infinito.
Igual mi duda más bonita mágica o no se, fuera de mi es que cómo fue que desde evasiva pude llegar a fluir un poco mejor, nuevo e ingenuo en invierno, me sienta bien luego mal, pues al final sólo nos quedo bailar. ¿Porqué? no lo sé yo, y si no lo sé yo sólo tú podrías saber, cuentame.