Hay cosas que no se explican con palabras.
Solo se sienten… como un eco que queda en el alma después de reír, de llorar, de crecer junto a algo que amamos.
SMG4 fue eso para muchos de nosotros.
Un rincón del internet donde la locura tenía sentido, donde Mario podía ser ridículo y heroico al mismo tiempo, donde las risas nacían del caos… pero también de la creatividad pura.
Con cada episodio, Luke y su equipo nos recordaron que no hacía falta ser perfecto para crear algo grande.
Solo hacía falta amar lo que uno hacía.
Y ese amor se sintió en cada escena, cada personaje, cada momento en que la pantalla se llenaba de ese humor tan extraño, tan humano, tan SMG4.
Hoy, mientras el canal se prepara para su final, no sentimos solo tristeza.
Sentimos gratitud.
Porque catorce años de imaginación no desaparecen: quedan en la memoria, en los memes, en los amigos que hicimos mirando los videos, en los sueños que nacieron de ver que alguien podía hacer del absurdo… un arte.
Cuando llegue diciembre y se apague la última pantalla, no será el fin.
Será el inicio del eco.
Un eco que nos recordará que crecer también es saber decir adiós, que las historias no mueren: descansan en quienes las amaron.
Gracias, Luke.
Gracias, Glitch.
Gracias, SMG4.
Por habernos hecho reír cuando más lo necesitábamos.
Por recordarnos que incluso en el caos, puede haber belleza.
Y por demostrarnos que un simple video puede cambiar el corazón de miles.