Lo único que me gustaría que grabaran en mi tumba sería algo como: "Fue adicta a la vida, y para crear más se entregó al arte" 
  
  Es por eso que no voy a escribir de mí que soy la alumna de 10; o que tengo -1.75 de miopía; o que me estresan la graduación y mi elección de universidad en vez del cambio climático. En lugar de eso, te vas a dar cuenta, vengo a contar lo más preciado que ha aprendido en 14 años: nací para ver la magia de los pinceles sobre un lienzo, de una antología de Benedetti y de la filosofía de Ricardo Arjona. 
 
 Ese es el motivo por el cual a lo peor no tengo sentido del humor, o un tipo de aesthetic definido bien molón; pero, aún así, vine a contar la historia de tocar las obras de Eduardo Martín en una guitarra y llenar vacío (incluso llenar vacío con mis putas lecciones horribles de piano) y a llorar sobre cualquier bajo eléctrico que vea en Amazon. Estoy aquí, precisamente porque me gustaron todas las sagas de Sarah J. Maas, y porque creo que decir follar- aunque sea en veintisiete idiomas diferentes- junto a la palabra arte es una maravillosa cuestión de semántica.

 A lo mejor me gustó lo suficiente hacer ciencia de utilizar los signos de puntuación, o alternar cualquiera de las de Måneskin con canciones cristianas pegajosas, como para llegar a un TOC producto a mi orgullo por ser heterosexual. Y eso soy, básicamente: falta de tiempo, de ganas y de novio. 



 Cosa que escribí y puede o no que haya sido una mierda (al menos fue una mierda satisfactoria):
 
 🏙Cuando soñamos despiertos (CSD).