Tantas, tantas ganas de que se pase esta sensación que tantas veces he descrito, claro que sin imaginar -no había cómo, es de esas cosas que solo puedes entender cuándo te pasan- nunca la fuerza real con la que empuja a un lugar desconocido y abrumador. No te das cuenta de lo agotador que es hasta que de vez en cuando sales respirando bocanadas de realidad, comienzas a estar tranquilo cuando ya te está tragando de nuevo, y no hay nada que hacer. Lleva tiempo. Otra cuestión de la que resignarse.