Mis pasos resonaron como el latido de mi corazón, quise llorar de las emociones que se engullian en lo más profundo de mi. Tuve miedo y nostalgia sin ni siquiera entender por qué, si lo único que quería era tenerte entre mis brazos y disfrutar de tu olor, piel, ojos y todo lo que tu pequeño ser me brindaba.
Al verte sonreí y lágrimas bajaron de mis mejillas suavemente, tus ojos estaban cerrados. Agarré tu mano y la apreté, queriendo sentir más que el tacto de tenerte conmigo. Fundí en tu mejilla un beso que quería tocar tu propio corazón, la calidez de tu piel hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo. Quise llorar por alguna razón, pero no pude hacerlo porque cuando ví tus ojos abrirse lentamente, y notar lo grandes y brillosos que eran, dí una sonrisa de orgullo.
Porque tenía orgullo de tenerte conmigo, de tu compañía. Te amamanté sintiendo que más que alimentarte, te estaba dando otra parte de mí.
Aquí y ahora puedo ver que mi mayor logro en la vida ha sido tenerte a mi lado. Ese dolor físico que sentí luego de tenerte no fue para nada importante, la felicidad infinita lo remplazó. Gracias por estar a mi lado, te amo.
— Quise escribir esto porque acompañé a mi tía a visitar a su bebé y la emoción que sentí al verla vivir eso me inspiró. Yo definitivamente no quiero tener hijos, pero es inevitable para mí no sentir nostalgia al verla así, tomando a su bebé y brindándole amor. Quiero tenerlo de recuerdo, gracias por tomarse el tiempo de leer ❤️—