Podía sentir el viento sobre mi rostro y el movimiento del auto, las voces de mis padres parecían un eco lejano en lo que pasaba a mi alrededor mientras sentía el hormigueo de mi cuerpo con mayor fuerza, desde mis manos hasta los pies cada vez más fuerte. El olor al combustible quemándose era una molestia que solo aumentaba mi mareo del momento sin embargo al mismo tiempo parecía ser contrarrestado con el aire que se colaba por la ventana abierta del auto.
Apenas podía percibir ese aroma de pasto, no hacia falta abrir los ojos ahora aún podía descansar otro poco.
Solo un poco más.
El sonoro ruido de personas llegó a mis oídos con la espléndida música jazz de los establecimientos, incluso al pasar por lo que creo fue una panadería lleno mis sentidos y me hicieron levantarme de golpe solo para asomar mi rostro a la ventana. New Orleans, finalmente en New Orleans.