La soledad desemboca en mi corazón una sensación áspera, una que te destroza segundo por segundo, preguntandote el porqué estás así. Por qué siempre está allí. Porque simplemente no puede tomar otro cuerpo y dejarme.
Intenté muchas veces cambiar; hiriendome, sintiéndome horrible porque cuando lo conseguía, ella aparecía alejandome inmediatamente de todos, aislandome. Lo odio, odio esa sensación.
Respiro, y duele. Me siento tan sola, a pesar de que siempre intento mantenerme acompañada. La necesidad de sacar a flote todas mis emociones está cada vez más fuerte, acompañándome un poco todos los días.
Suspiro intentando olvidarlo pero, ¿cómo olvidas algo que está en tu corazón? Desde que él se fue todo cambió, ahora me siento terrible cuando mi corazón rechaza una muestra se sensibilidad; demostrandolo con una mueca impetuosa.
Nunca quise aceptarlo, no podía simplemente. Sabía lo que él hacía, y trataba de esconderlo, ignorarlo. Pero cada día la sensación aparecía, y dolía. Claro que lo hacía, nunca lo negaré. El saber que él no nos necesita, a pesar de que a diario lo repita, expresando exageradamente su amor por nosotras. Nunca pensé que él me haría esto.
Cuánto quisiera poder abrirme, contar realmente cómo me siento o cuánto necesito solo cerrar los ojos y olvidarme de todo por mucho tiempo, dejar de pensar tanto en eso.
Sé que es imposible.
Solo espero que acabe de una vez por todo.