.ೃ — Relájate, me tienes a mi —le sonrío de lado volteándole a ver para luego seguir subiendo las escaleras lo más silencioso que podía— ¿Su queee? —frunció el ceño y se abstuvo de soltar una risa sarcástica— No no, es la dueña de la… casa, tienes que pagarle para que te deje vivir aquí —le explicó susurrándole.