— Crowley llegó al Bentley en poco tiempo, cerrando la puerta casi inmediatamente para poner sus manos sobre el volante y dejar caer su cabeza para delante. Tomó una gran bocanada de aire, sintiendo sus ojos humedecer casi de inmediato. Se sentía como si hubiera regresado el tiempo a tres días atrás, donde por fin había recabado el coraje necesario para abrir su corazón y hablar con sinceridad, solo para ser respondido con el rechazo y con Aziraphale escapando de aquella vida tan delicada y cotidiana que habían construido durante toda la existencia de la tierra para irse al lugar que aborrecía, incluso si no lo decía en voz alta. Pudo ver como Aziraphale caminaba a la librería de nuevo, probablemente para darle un reproche a Muriel por vender uno de sus libros, y tomó eso como una señal de que tenía que irse. No sabía a dónde ir, ni mucho menos que iba a lograr con huir de Londres para escapar de sus problemas, pero por lo menos sabía que no quería pensar en aquella situación de nuevo. Miró de reojo su radio y, después de amenazar al carro por la posibilidad de que reproduciera aquella canción de los ruiseñores, lo encendió. Escucho la voz de Freddie Mercury retumbar en sus oídos, cantando una melodía más deprimente que aquella que cantaba Tori Amos, pero aún así podía encontrar comfort en las palabras que cantaba con tanta gracia sobre una melodía creada con precisión por parte de John, Brian y Roger (+)