—hace un gesto dolido, obviamente
dramatizando el dolor, que en realidad
había sido mínimo—. ¡pues haberme
besado tú primero! tardabas demasiado,
rubia. además, sí eres una rubia tonta.
sí, muero porque me golpees. —soltó
una pequeña risa, para intentar quitarle
hierro a la situación—. oye, ya te he pe
dido perdón, no sé qué más quieres.