"Querida Ronnie:
Ni siquiera sé cómo empezar una carta como ésta, si no es por decir que lo siento. Por eso te pedí que te reunieras conmigo en la cafetería y también es lo que quería decirte más tarde aquella noche, cuando te llamé. Puedo comprender por qué no te presentaste a mi cita y por qué no atendiste a mi llamada. Estás enfadada conmigo, te he decepcionado, porque sientes y dices que los he abandonado a vos y a la familia.
No puedo negar que las cosas vayan a ser distintas a partir de ahora, pero quiero que sepas que si yo estuviera en tu lugar, probablemente me sentiría igual que vos. Tienes todo el derecho del mundo a estar enojada conmigo. Tienes todo el derecho del mundo a sentir que te he decepcionado. Supongo que me he ganado esos sentimientos a pulso y mi intención no es buscar excusas ni rechazar cualquier culpa ni intentar convencerte de lo que es posible que algún día en el futuro puedas entender.
Sé que quizás ese día no llegará y eso me duele mucho, más de lo que puedes imaginar. Vos y Jonah han sido siempre tan importantes para mí que quiero que comprendas que ni vos ni tu hermano tienen la culpa de nada. A veces, por razones que no siempre están claras, los matrimonios simplemente no funcionan. Pero quiero que recuerdes una cosa: siempre te querré y siempre querré a Jonah. Siempre querré a tu madre, que siempre tendrá mi respeto. Ella me ha dado el regalo más importante de mi vida: ustedes, y ha sido una madre maravillosa. En muchos sentidos, a pesar de la tristeza que me inunda al pensar que tu madre y yo ya no estaremos juntos, todavía creo que ha sido una bendición del Cielo el hecho de haber estado casado con ella durante tanto tiempo.
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