SoyMemoOchoaMX
Si había algo que odiaba el portero en este mundo, era el celo, siempre debía quedarse en casa, aliviando sus pesares a regañadientes o también tomando supresores o inyectandolos para evitar que fueran más fuertes. Pues jamás había querido pasar con un alfa, porque creía que solo se burlarían de él o simplemente lo desecharian como si fuera un objeto, porque al final, su percepción del celo era errónea, solo servía para procrear hijos y atarse desgraciadamente a un alfa. Que miserable era ese destino, que miserable era que un alfa viera un Omega en eso, urgido por llamar a un hombre y le meta su polla. Era simplemente patético o eso mismo pensaba hasta que apareció Vela. No iba a olvidar esa primera vez, de ambos, cuando lo había llamado porque fue su último recurso, como llegó al instante, pues alfa tenía que ser y como lo trató durante el acto. Simplemente fue impresionante, digno de admirar, tal vez digno de él... no lo sabía. En el interior tenía sentimientos encontrados con el alfa pero no pensaba en doblarse por él, no pensaba en bajar la guardia por sus hermosos... su piel canela brillante, su cabello despeinado y su.... un momento, comenzaba a pensar de más. .
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Rápidamente el portero reaccionó, estaban en medio de un partido en el estadio, mucha multitud se encontraba reunida en los asientos y solo podía admirar a Vela desde la distancia. Aunque difícilmente podía verlo y olerlo por lo grande que era la cancha, se veían como pequeñas hormigas. Se removió de su asiento inquieto, pues se había quedado en la banca debido a que tuvo que explicar que se había torcido el pie, pero más bien fue una mentira, no podía entrar a esa cancha y oler los fuertes aromas de los alfas sudados y cansados, apenas y podía estar en la propia cancha, sentía tanta inquietud por temer a que no se dispara algo. No quería provocar un caos o tal vez rumores, realmente no quería un gran escándalo, pero tampoco quiso quedarse en casa. No quería ser un cobarde ante su celo, pero ya vió que fue mala idea Con el pasar del tiempo, el portero seguía inquieto, debido a la angustia, su cabello estaba ya desordenado y su ropa comenzaba a arrugarse por moverse en su asiento varias veces, incluso creía que sus compañeros en la banca comenzaban a verlo de manera preocupada o curiosa. No quería llamar más la atención y pasar a mayores. Se acercó al entrenador, mencionando que se iba a ir por sus cosas debido a que "el dolor de pie" lo mataba, entonces iría con el médico. El entrenador en un momento dudo, pero luego lo dejó ir, pues lo veía nervioso y no deseaba personas nerviosas aquí. El portero se fue por sus cosas, se despidió de sus compañeros mencionando el dolor del pie y pronto se marcho con sigilo, aunque no sabia que la inquietud y la angustia había disparado su aroma.
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