Kael creció en el Monte Olimpo, rodeado de dioses y héroes, siempre escuchando historias de las hazañas de su padre. Desde joven, Kael mostró un gran interés en seguir los pasos de Hércules y convertirse en un héroe reconocido por sus propias acciones.
Al ser invitado a Auradon, Kael vió una oportunidad para aprender más sobre los humanos y demostrar que los hijos de dioses pueden vivir entre ellos con tranquilidad.