Soy el peor jugador de piedra, papel o tijera del mundo.
Un mal perdedor cuando pierdo los papeles y mis sentimientos se precipitan.
Se me da fatal recordar las fechas importantes, 
dibujar líneas perpendiculares 
o bailar salsa cuando tú estas enfrente.
Puedo ser malísimo besando si estoy nervioso,
y puedo fastidiar momentos preciosos con comentarios inoportunos.
Sé caer mil veces a un abismo sin fondo,
y también se hacer daño, sobre todo a mi mismo.
Canto fatal en la ducha, no se controlar mis impulsos, 
actuó infinidad de veces en contra de lo que me aconsejan,
y no se mascar chicle sin tragármelo segundos después.

Al igual que el orgullo.

Soy muy malo a la hora de entenderme.
Fatídico dándome cariño.
Penoso cuando quiero reclamar atención.
Nefasto planchando arrugas , del corazón.

Las matemáticas nunca se me dan bien,
siempre pienso que somos dos cuando al final solo soy uno.

Ocupo mi cabeza demasiado,
le doy muchas vueltas a las cosas.
Soy malo contando chistes,
y muchas veces soy el chiste.

Recojo heridas del suelo y me las meto en la boca,
y en vez de escupirlas,
las trago,
dejándome unas úlceras incurables.

Tartamudeo cuando estoy muy tenso o extremadamente feliz,
no se silbar poniendo los dedos sobre los labios,
no se me da bien mostrar lo que oculto,
y me sumerjo con cada segundo, 
como un iceberg.

Soy un desastre, 
un desastre constante.
Ritcher no sabría cuantos puntos darme.

Solo espero que dentro de esta catástrofe existan personas que sepan darle la vuelta, besarlos y mimarlos como algo único.

Pero lo dudo mucho, al fin y al cabo se trata de mi.