“Esos ojos, dos pozos sin fondo, oscuros y profundos,
donde el cansancio se anida, un sueño sin segundo.
No me miran, lo sé, su reflejo es ajeno,
un mar embravecido, donde solo él es dueño.
Sus pupilas, dos estrellas opacas, veladas,
en la noche oscura, su luz está apagada.
No hay reproche, solo un silencio desgarrador,
un desierto inmenso, donde mi amor se ha perdido, sin amor.
Y aunque el eco de mi voz se pierda en la distancia,
en la inmensidad de su mirada, encuentro mi sentencia.
Porque el amor, a veces, es un naufragio profundo,
y en el recuerdo de esos ojos, un corazón se ha hundido.”