Este año fue una pausa en el tiempo que nos demostró que tan inesperada puede llegar a ser la vida. En un comienzo algunos pudimos pensar ¡por fin un descanso! Pero al final cada uno terminó llorando. Estuvimos tal vez demasiado aislados con nosotros mismo y nuestros demonios. Comenzamos a convivir con las peores versiones de uno mismo y las de nuestros familiares. Mientras que otros estaban enfrentando la muerte. Se que estamos agotados y sin ganas de festejar pero saben qué. Hoy es cuando más debemos disfrutar porque HEMOS VENCIDO. Está mañana sali a la calle vestida de blanco y sin sentido de derrota en mi corazón. Por todas las vidas perdidas dicidí alzar mi cabeza. Voy a ser lo que posiblemente se consideré un tabú.
Le agradezco a este año.
Por obligarme a apreciar mi propia compañía y extrañar la de mis seres queridos. A partir de ahora cada contacto cobrará un significado más intenso. Atesoraré las amistades que se quedaron y retendré la madurez que me ha golpeado. No me pondré metas banales simplemente me limitaré a seguir paso a paso hasta mi futuro, enfrentaré la adversidad y espero que en mi vejez estar orgullosa de mi espiritu guerrero.