A mí me encanta mostrarles mis proyectos a mis amigas. Siempre tienen ideas brillantes, me ayudan a mejorar escenas y a aclarar mis pensamientos. Hace unos días les compartí una escena en la que una de mis personajes levanta en brazos a otra mujer. Y, para mi sorpresa, se armó un debate: ¿puede una mujer levantar a otra como lo haría un hombre?
Yo escribo sobre mujeres fuertes. No solo en carácter o voluntad, sino también en cuerpo. Me gusta mostrar que la fuerza femenina no es una fantasía, ni una exageración. Así que, para probar mi punto, decidí demostrarlo.
Mido 1,55. Pero por mi trabajo he tenido que desarrollar bastante fuerza física, y nunca he visto mi estatura como una debilidad. Todas mis amigas son más altas que yo—entre 1,60 y 1,65—y una por una, las levanté sin dificultad. Incluso hice 20 sentadillas con ellas en brazos. No hace falta decir quién ganó el debate.
Les cuento esto porque quiero que, cuando lean mis historias, no se sorprendan ni lo vean como “exagerado” si una mujer demuestra una fuerza que muchos creen exclusiva de los hombres. Yo creo en la igualdad. Creo que, así como nosotras podemos hacer lo que ellos hacen, ellos también pueden hacer lo que nosotras. Y también sé que hay cosas que ellos hacen que nosotras no, así como hay cosas que nosotras hacemos que ellos no. La diferencia no está en la capacidad, sino en la costumbre de subestimarla. ᯓ★