JuanCcayoPalacios

Quizás era muy temprano para tomar el teléfono y llamarte, pero no lo pensé dos veces y lo hice. Escuché tu voz aún adormecida y tu respiración lenta. Ese segundo tan intenso de solo pensar si no te molestaría que te despierte, en ese instante era tan feliz. Empecé a llamarte cada mañana, se convirtió en una rutina, algo tan bonito pero a la vez un poco hostigante. Pasaron los días, las semanas, cuando empecé a darme cuenta de algo que empezó a dolerme; era yo quien siempre llamaba, ¿por qué no recibía llamada alguna de ella?
          	Hubiera sido fácil si tú lo hubieras dicho, pero no fue así. poco a poco era yo quien daba todo, pero que al final se quedo con nada. Maldita sea, me quedé sin ti.

JuanCcayoPalacios

Quizás era muy temprano para tomar el teléfono y llamarte, pero no lo pensé dos veces y lo hice. Escuché tu voz aún adormecida y tu respiración lenta. Ese segundo tan intenso de solo pensar si no te molestaría que te despierte, en ese instante era tan feliz. Empecé a llamarte cada mañana, se convirtió en una rutina, algo tan bonito pero a la vez un poco hostigante. Pasaron los días, las semanas, cuando empecé a darme cuenta de algo que empezó a dolerme; era yo quien siempre llamaba, ¿por qué no recibía llamada alguna de ella?
          Hubiera sido fácil si tú lo hubieras dicho, pero no fue así. poco a poco era yo quien daba todo, pero que al final se quedo con nada. Maldita sea, me quedé sin ti.