Soy un animal nocturno que disfruta la vida loca, viajando como pasajero del tren proveniente de quién sabe y con destino a cualquier lado. Finalmente, el itinerario no es importante. Como sí lo es que aún continuamos este largo viaje que algún día terminará. Pero, no pronto. Al menos, eso espero.
Nací en algún lugar, del cual ya he olvidado su nombre. En una fecha remota. De eso, no me cabe la menor duda. Sin embargo, ocasionalmente, suelo recordar claramente cuatro lugares que son demasiado significativos en mi vida por diversos motivos. Todos personales. Nada extraordinario para los demás.
Y es así, como lo digo con todas sus letras: Yanga es mi primer terruño, del cual estoy orgulloso. Córdoba es mi ciudad adoptiva, porque ahí tuve la oportunidad de estudiar. Xalapa es mi tierra imaginaria, donde siempre he soñado con estar. Y Boca del Río es mi residencia actual, donde hay motivos para ser feliz.
Escribo, inspirado en infinidad de conceptos: La vida y la muerte, la realidad y los sueños, el amor y el desamor, la alegría y la tristeza. Aunque, debo confesarlo, siempre me resulta más reconfortante escribir sobre las segundas opciones que he mencionado. Esto es, prefiero abordar temas algo deprimentes.