Tal vez fue tu forma de caminar,
ligera, como si rozaras el suelo,
la que encendió en mí esta pasión,
o quizás tus cabellos alborotados,
desafiando el viento,
los que enredaron mi corazón.
Quizás fueron tus dientes,
imperfectos, únicos, genuinos,
los que atraparon mi atención,
pero de algo estoy segura:
cada vez que te miro,
el mundo deja de girar,
el tiempo se detiene,
y solo quedamos tú y yo,
solos, en un universo sin testigos.
Tal vez sean tus ojos,
marrones y profundos,
cargados de secretos que me roban el sueño,
o tal vez sea todo de ti,
esa esencia que eres,
lo que me enamoró,
sin remedio, sin pausa, sin fin.