— Héroe...—murmuro, esbozando una sonrisa algo triste—. Hace tiempo dejé de verme de esa forma, aunque supongo que las viejas costumbres son difíciles de romper.
Levanto la vista, agradecida.
— Vaya, una enfermera que sabe exactamente lo que hace y sin rodeos. Y… ¿veinte monedas de oro? —río suavemente—. Parece un trato justo, aunque no esperaba que una bienvenida viniera con una tarifa especial.
— ¿Sueles rescatar héroes en apuros a menudo? —comento mientras saco las monedas que solicitó la contraria, observo cómo la joven guardo su equipo y se va.