Espejo -le pregunto con cautela- ¿Quién es aquella que ríe, canta y baila con tanta pasión, sonríe,. cómo si de cuento tratara?
Él no responde.
Le vuelvo a preguntar: ¿Por qué es tan diferente a mí?
Tiene los mismos ojos, pero sin lágrimas; la misma sonrisa, pero más sincera; el mismo andar, pero con más seguridad, la veo más erguida sin ésta carga.
El silencio continúa, ni un perro, ni un grillo, ni el viento de la noche se atreve a desafiarla.
No puedo apartar la mirada de ella, no sé si es admiración o envidia, agradezco el respeto del espejo, porque él sabe, lo ha visto, conoce la desesperación en mi mirada, el miedo en mi porte, pero, prefiere callar.
Ella es tan igual y tan diferente a mí.