Día 823 de escritura de Garlycan (bueno, no tantos… pero se siente así).
Estoy escribiendo a Jimin y honestamente… no sé si seguir o cerrar el documento y fingir que esta historia nunca existió.
No sé qué me pasa, pero me cae mal. MAL. Mal nivel: quiero meterme en la novela y ahorcarlo con mis propias manos.
Jungkook está ahí, esforzándose, tratando de ganarse su confianza, acercándose con paciencia, y Jimin solo pone barreras, desconfía de todo, da vueltas, complica cada interacción.
Y sí, entiendo por qué. Lo que ha descubierto, lo que está viviendo, todo eso pesa. Pero aun así… no sé, estoy en ese punto donde ya ni ganas me dan de seguir escribiéndolo. Solo quiero gritarle: “¡Deja de arruinarlo todo, por favor!”
Cada vez que abro el archivo, mi cerebro me susurra:
—¿Y si lo dejamos inconsciente un par de capítulos?
—¿Y si se va de viaje? ¿Y si lo pierde todo y aprende por las malas?
Estoy escribiendo con el puro impulso de no abandonar la historia, pero sinceramente, cada párrafo se siente como una guerra interna.
Gracias por asistir a este colapso emocional.
Nos vemos en la siguiente crisis (si es que la paciencia me alcanza).