Anoche, cuando Panamá consiguió su clasificación al Mundial 2026, sentí algo que hace tiempo no sentía: esa emoción que te remueve el alma, que te pone la piel de gallina y te llena los ojos de lágrimas sin pedir permiso. No sé si fue por el himno, por la camiseta, por los gritos que salían desde cada barrio… pero algo dentro de mí se encendió.
Es que no es solo un pase al mundial. Es ver a un país entero celebrar una misma alegría, aunque tengamos mil diferencias. Es sentir que valió la pena cada tropiezo, cada vez que nos subestimarón, cada noche en la que parecíamos estar lejos de lograrlo. Ayer demostramos que Panamá nunca deja de luchar.
Y en medio de todo este sentimiento, me doy cuenta de lo grande que es ver a tu patria triunfar. Esto no se olvida. Esto se lleva en el corazón.
Panamá, mi orgullo eterno. ♥️