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Verlo a el en el colegio siempre me llena de una mezcla de alegría y tristeza. Lo observo mientras camina por los pasillos, su risa resonando entre las paredes, y no puedo evitar sonreír, aunque él no sabe de mi existencia.
Cada vez que sube algo a sus redes, me sumerjo en sus publicaciones, deseando conocer más sobre él. Descubro pequeños detalles de su vida y me enamoro más con cada foto, con cada comentario. Él es un encanto, y yo solo puedo admirarlo desde la distancia.
Me da vergüenza acercarme porque soy trans, es obvio que no se interesaría en mi ni soñando, no tengo oportunidad. La inseguridad me paraliza y me mantiene fuera de su vida. Pero mi corazón late más fuerte cada vez que lo veo, deseando reunir el valor para romper esa barrera invisible que nos separa.
Sueño con el día en que pueda hablarle, conocerlo de verdad y no solo a través de una pantalla. Mientras tanto, seguiré observándolo desde lejos, esperando el momento en que nuestras vidas puedan cruzarse de verdad.
Y ojalá así sea, porque lo amo demasiado como para soltarlo, aunque el sea mayor que yo, aunque el probablemente me vea como una chica confundida y no como un chico. Creo que hasta fingiria no ser trans para que me acepte, porque yo haría todo por el.