Era la luz de la luna lo que, a sus cansados y tristes ojos color tierra, le daba la tranquilidad de, por primera vez en el día, tomar una bocanada del frío aire que, a ritmo de una armonía oculta, le hizo darse cuenta de que, quizás no estaba viviendo, si no que sobrevivía, sobrevivía por aquellas personas que, le daban la tranquilidad como para, por primera vez en el día, sonreír y reír de verdad.
Porque por muy rota que estuviera, ellos eran esa parte que, de alguna forma u otra, la llenaban lo suficiente como para, a la luz de la luna, escribir lo que por su extraña mente pasaba, y quizás, algún día, compartirlo al mundo, esperando que la gente entienda que, en esas palabras, había sangre, sudor y desesperación, pero también el alma de sus otras partes, que durante años, la mantuvieron viva, y hicieron que la luna, dejara de ser su rival y de convirtiera en su aliado, en su momento favorito del día
- Mondstadt
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