En la medianoche el cielo está tan hermoso, tan inédito, tan lúcido. Y de noche es tan frío, tanto así, que siento que puedo escribir los versos más tristes, como Neruda... Tanto así como el poeta que yace en mí y a veces, solo a veces, sale de aquel rincón, toma una página en blanco y al agarrar con fuerza el lápiz comienza escribiendo palabras inentendibles.
Puedo escribir los versos más tristes en Medianoche, como si fuese un fantasma que aparece a respectivas horas, en momentos específicos de la noche, como si mi alma tuviese un horario predispuesto donde llorar. Y a veces, solo a veces, siento que estoy vivo cuando muero, porque ahí, ahí es cuando entiendo que amo tanto escribir.