14 DE OCTUBRE DE 2019
Esa obscura y fría noche, de rodillas en el duro pavimento de la acera y con lágrimas saliendo de mis ojos, llorando como nunca antes lo había hecho, con mi vista nublada, observo como el amor de mi vida se aleja de mí, se aleja terminando nuestra relación, terminando los bellos y buenos momento de nuestro tiempo juntos, terminando con mi felicidad y llevándose consigo mi corazón y alma.
Hoy, no solo él se perdió y rompió tras recibir esa llamada, no, él me rompió a mí al decidir huir y dejarme, me dejo sin darme explicación alguna, me abandonó sin importarle el cómo me sentiría, no le importé nada, no le importó ni un carajo el amor que sentimos, nada le importó más que huir como un cobarde.
Me abandonó, me dejó sola…
Me costó tanto poder abrirme a él, demostrar mis sentimientos y poder confesarle cuanto lo quiero, tanto me costó poder realizar todo eso, y él me dejó tan fácil, sin haberle importado lo duro y difícil que fue poder abrirme ante él.
Aún tirada en el piso y llorando, comienzo a gritar, gritar de dolor, decepción y sobre todo enojo, comienzo a gritar sin importar lastimar mi garganta, sin importar que alguien me mire como loca, lo único que quiero es alivianar mi dolor y alma. Mi llanto incrementa a cada minuto que transcurre, provocando que se me dificulte poder respirar.
Él aire no llega a mí, mi vista se nubla y comienzo a sentirme mareada. De un momento a otro quedé inconsciente, y ya no supe que más pasó.
