Mientras veía Supernatural por enésima vez, se me ocurrió The Benefactress, un fanfic centrado en Dean Winchester con una protagonista que ya vive rent-free en mi cabeza y me tiene especialmente emocionada. También tuve ideas para personajes de The Vampire Diaries y The Originals, pero lamentablemente borré la carpeta por accidente (sí, todavía duele). Algo similar me pasó viendo Grey’s Anatomy y Hawaii 5-0, donde había creado conceptos, tramas y personajes que ahora solo existen en mi memoria y en ese limbo creativo donde se pierden las mejores locuras.
          
          Por si fuera poco, últimamente me tienta la idea de escribir un fanfic sobre Sebastian Sallow de Hogwarts Legacy (sí, amo Slytherin: tengo pósters, merch y hasta mi llavero es de mi casa favorita) y otro sobre Ellie Williams de The Last of Us, aunque todavía no estoy segura de si los llevaré a cabo. A esta lista mental se suman ideas para series como Outer Banks y para sagas de películas como Underworld, donde las posibilidades para crear nuevos personajes y expandir sus mundos son infinitas. También, como no podía faltar, me ha picado la inspiración para volver a Twilight, esta vez con un fanfic por Emmett Cullen, que promete tener mucho humor, caos y cariño por el grandulón.
          
          Más allá de los fanfics, tengo también ideas para historias propias. Dos giran en torno a imperios y familias aristócratas; otras exploran mundos de hombres lobo, vampiros y criaturas sobrenaturales; y también hay tramas en el mundo normal y corriente, como Chiaro di Luna, junto con su spin-off Luces de Neón, protagonizado por dos de sus personajes secundarios.
          
          En fin… no sé qué hacer con mi vida, solo sirvo para crear personajes, inventar mundos y tener bajones emocionales. Pero bueno, al menos no estoy en bloqueo creativo… algo es algo, ¿no?